lunes, 11 de noviembre de 2024

Lo leí en una página 13. Autor Invitado: Mauricio García Villegas (1959 - presente)

Nombre de la Obra: El país de las emociones tristes. Una explicación de los pesares de Colombia desde las emociones, las furias y los odios.

Autor: Mauricio García Villegas

Año de Publicación: Segunda edición: febrero de 2021

Cita Textual de la Página 13:
"Cuando yo era niño la religión estaba en todas partes. En la familia, en el colegio, en las vacaciones, en la política, en las reuniones sociales y, por supuesto, en las oraciones y en las misas. Estaba sobre todo en La Matilde, la finca de mis abuelos paternos, en Manizales, donde nos reuníamos cada año en semana Santa, en el mes de julio y en Navidad. Entre primos, tíos y abuelos (unas 30 personas) pasábamos juntos casi 90 días del año. La vida era comunitaria; se comía por turnos (por edades y por sexos; las mamás de últimas); por las mañanas había filas en los baños; todos teníamos asignado algún oficio (las mujeres más que los hombres); no había lujos; en Navidad se mataba un marrano y se armaba el pesebre, en Semana Santa todos los hombres de la casa se confesaban, mis tíos y mi abuelo escribían coplas; hacíamos excursiones por las cañadas; jugábamos fútbol con los niños de las fincas vecinas y éramos felices en ese mundo simple y austero en el que no se hacían preguntas."

Análisis de la Cita

El pasaje seleccionado describe un conjunto de tradiciones familiares y religiosas, que, si bien es cierto muestra un sentido de comunidad y pertenencia, también refleja “un mundo simple y austero” construido a partir de la ausencia de cuestionamiento crítico. El epígrafe ubicado en la misma página 13 "Llegó la guerra y comenzó el silencio", tomado de Luis Rosales, serviría como marco para entender cómo esa cultura del silencio contribuyó a la perpetuación de los conflictos en Colombia. Durante el periodo de violencia bipartidista (1946-1966) y en los años que siguieron al surgimiento de los grupos guerrilleros (1964), muchas de las injusticias y desigualdades sociales no se discutían abiertamente, lo que permitió que se enquistaran en la sociedad y se convirtieran en problemas estructurales.

En este sentido, la cita refleja una sociedad en la que, al no cuestionar el orden establecido, se normalizaban las desigualdades y se reprimían las voces disidentes. Desde la perspectiva de la educación en derechos humanos, este pasaje nos invita a reflexionar sobre la importancia de fomentar el pensamiento crítico, la capacidad de hacer preguntas y la necesidad de educar a las nuevas generaciones para que cuestionen las injusticias y participen activamente en la construcción de una cultura de paz.

Reflexión Personal

La descripción de Mauricio García Villegas me recuerda los desafíos que enfrentamos en Colombia al intentar transformar una cultura que, por tradición, no ha cuestionado lo suficiente sus estructuras sociales y políticas. En mi labor educativa, me he enfocado en abrir espacios de diálogo y reflexión crítica, promoviendo la capacidad de cuestionar lo que se da por sentado. En un país que ha sufrido por décadas las consecuencias del conflicto armado, es un imperativo ético que enseñemos a las comunidades no solo a conocer sus derechos, sino también a ejercerlos y defenderlos con valentía.

Asociación de la Publicación con una Acción para la Garantía Integral de los Derechos Humanos

Acción Asociada: Promover mediante la enseñanza y la educación el respeto a estos derechos y libertades (Ver el listado completo de las acciones para la garantía integral de los derechos humanos en: https://victormelendezguevara.blogspot.com/2024/10/actualizacion-extraordinaria-linea-del.html)

La cita de García Villegas permite argumentar sobre la importancia de transformar la educación para que, en lugar de ser un espacio de transmisión pasiva de costumbres, se convierta en un motor de cambio social. En la medida en que promovamos la capacidad crítica y la conciencia de los derechos humanos, podremos avanzar hacia una sociedad en la que las personas no solo acepten el statu quo, sino que trabajen activamente para cambiarlo cuando sea necesario.

Comentarios Finales

La reflexión de Mauricio García Villegas sobre su infancia en un entorno que evitaba el cuestionamiento nos recuerda que, para avanzar como sociedad, es esencial fomentar una cultura donde se valoren tanto las tradiciones como la capacidad de pensar críticamente.

Invito a los lectores a considerar: ¿hasta qué punto nuestras costumbres y tradiciones limitan nuestra capacidad de ver más allá y transformar nuestra realidad? ¿Cómo podemos, a través de la educación, promover una cultura que combine el respeto por nuestras raíces con la construcción activa de un futuro en paz?

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